Vistas de página en total

jueves, 12 de diciembre de 2013

Dos opiniones distintas acerca de la reforma energética





http://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-elizondo/2013/12/12/933342#.UqnTDukdbAU.twitter

Viértase en una licuadora...

A Pemex no le falta dinero, como se repite. Lo gasta mal. No hay una sola mención, por ejemplo, a las pérdidas operativas de Pemex Refinación, las cuales, según documentos de la empresa, desde 2006 hasta el tercer trimestre de 2013 suman casi 1.2 billones (millones de millones) de pesos.
Viértase en una licuadora...
Nuestro actual Congreso tiene una infalible receta para legislar. Tomar un poco del PAN y del PRD, un pedazo del PRI y una pizca del Verde, para luego mezclarlo en una licuadora. Así han salido todo tipo de menjurjes llenos de contradicciones, como la Reforma de Telecomunicaciones o la Electoral.
En el caso de la Reforma Energética, de la licuadora salió un dictamen de 295 páginas. Sin embargo, éste es mucho más coherente porque ya no hubo ingredientes del PRD, aunque el costo es tenerlos tomando la tribuna, y tanto el PRI como el PAN comparten el objetivo central: abrir el sector. No se privatiza, es decir, no se vende ni un fierro ni una acción. Decir lo contrario es mentir o tener una definición propia de privatización.
Hay muchos avances importantes. Habrá competencia en el sector industrial de hidrocarburos y electricidad. También es un acierto separar de Pemex la red de ductos de gas y el despacho eléctrico de la CFE y ponerlo en manos de otra agencia del Estado, aunque en simetría con el caso de los ductos, el despacho debiera quedarse con la red de transmisión. El control de este tipo de redes debe ser del Estado, no una empresa, aunque ésta sea del gobierno.
También fue correcto permitir una gama mayor de contratos entre el Estado y las empresas que extraerán hidrocarburos, ya sea Pemex o privadas. Las agencias regulatorias propuestas para vigilar el sector y tomar algunas de las decisiones más importantes, como qué reservas abrir primero, parecen bien pensadas y celebro que no se haya optado por la ruta de la autonomía constitucional.
El documento lo hicieron varias manos y tiene algunas contradicciones. El dictamen critica el que  “en los últimos dos años, las autoridades brasileñas han tomado un rol más intervencionista”, con lo cual “han frenado la velocidad de la industria con demandas sobreprotectoras de contenido nacional…”, para luego incluir en el transitorio séptimo: “… la demanda de contenido nacional”.
El diagnóstico falla en dos temas centrales. Primero, a Pemex no le falta dinero, como se repite en todo el documento. Lo gasta mal. No hay una sola mención, por ejemplo, a las pérdidas operativas de Pemex Refinación, las cuales, según documentos de la empresa, desde 2006 hasta el tercer trimestre de 2013 suman casi 1.2 billones (millones de millones) de pesos. De este tamaño es la renta petrolera que no le llegó a los mexicanos. ¡Equivale a casi la mitad del total de toda la deuda de Pemex! ¡O a 30% del presupuesto de la Federación de 2013!
No hay una estrategia clara de cómo hacer a Pemex más eficiente. La paradoja es que, en procesos de apertura como los de Colombia y Brasil, la empresa del Estado crece y mejora después de las reformas y sigue siendo por mucho la más grande en su país, sólo que ya no es la única. Qué tanto mejore depende mucho de la capacidad de sus directivos de enfrentar los lastres históricos con los que carga.
El segundo tema central es no reconocer que una parte de Pemex ya se privatizó a favor de los contratistas corruptos y del sindicato. La manifestación más evidente de esto último es que el sindicato ocupa cinco asientos de 15 en el Consejo de Administración, como si fueran dueños de la empresa. Además, sus derechos laborales son más generosos que los que tienen los mexicanos comunes y corrientes, los cuales paga todo el pueblo al llegarle por ello una menor renta petrolera.
Lejos de buscar corregir esto, en la exposición de motivos se afirma que es deseable “que su régimen fiscal reconozca sus costos reales, sobre todo, los pasivos laborales”. Es decir, que se disminuya la renta petrolera para acomodar sus excesos. No hay ni asomo de querer arreglar un pasivo laboral de casi nueve puntos del PIB. Ya en el debate, el PAN logró que se estipulara que saldrán del Consejo. Es un buen avance.
Se argumenta que se necesita la reforma porque Pemex no tiene los recursos ni debería correr el riesgo de ir sola a las inversiones de aguas profundas o crudos de lutitas. Pero el punto toral es que Pemex no podría hacerlo solo, aunque se le diera una chequera sin límites y fuera la mejor empresa petrolera. Ninguna empresa puede desarrollar al mismo tiempo todas las reservas de crudo de lutitas y las de aguas profundas que tenemos. 
Sería una traición a la patria quedarnos con un marco constitucional hecho para las necesidades de los años treinta y cincuenta del siglo pasado, cuando teníamos una economía cerrada y un sistema político autoritario. Un marco legal que ha permitido todo tipo de corruptelas, ineficiencias y abusos que se han comido una parte de la renta petrolera a la que tenemos derecho todos los mexicanos. Un marco legal que no ha permitido aumentar la producción por más dinero reciente que ha recibido la empresa.
No es cuestión de aventarle más recursos a Pemex o darle autonomía para que los desperdicie peor. A quienes les importe el futuro del país, ahora se trata de presionar para que esta compleja reforma sea adecuadamente aterrizada por un gobierno que ha mostrado en este año una gran capacidad de reforma, pero una menor capacidad de administración.
                *Profesor investigador del CIDE