A recent interview with an “authoritative insider” close to the Chinese governmentdiscusses the most pressing challenges facing the world’s second largest economy.
Source: World Economic Forum Global Competitiveness Report 2015
From an asset bubble to macroeconomic policy, here are the five key insights shaping China’s economy:
China’s economic slowdown is not unexpected
The fundamentals of the Chinese economy are sound, as China has the world’s highest household saving rate and maximum space for macroeconomic policy manoeuvre. At the same time, China has a resilient economic system and a predominantly institutional system. There will not be any serious problem as long as we make sure economic trends are carefully stewarded.
China must focus on reconstructing the economy and avoidstrong stimulus
China should concentrate on reconstructing the economy, avoid concerns about growth-rate fluctuation of one or two percentage points, and under no circumstances become so anxious as to resort to strong stimulus.
Private investment is vital for economic growth
The high rate of household savings is making it difficult for Chinese people to earn a sustainable property income, and a lack of capital is affecting the economy.
…whether it can transfer savings to effective investment will be the key to stable economic growth.
Stronger consumer demand requires an improved social security system and better wages. Supply side policies are also necessary in order to give consumers an effective supply of quality goods and services.
The shrinking of global and domestic aggregate demand will not be solved with a stimulus plan alone – innovation and financial reform are essential.
China must remain vigilant of creating an asset bubble
Attention should be paid to the growth of debt in local government and China’s highly leveraged companies.
According to the “authoritative insider”, the central government has accelerated efforts to combat overcapacity and the property market is “facing a painful destocking”. China must adapt to rapid urban growth and establish a plan for the long-term sustainable development of the real-estate market.
Source: World Economic Forum Global Competitiveness Report 2015
China’s macroeconomic policy needs to balance fiscal stimulation with structural reform
According to the insider, China’s macroeconomic policy in 2015 needs to focus both on the size of stimulation and the form of this investment.
Macroeconomic policy should have a certain force to achieve steady growth and ensure the economy grows within a reasonable range. … This is not to say that we don’t want GDP (gross domestic product) – what we need is effective GDP backed by quality.
Author: José Santiago, Senior Associate, Public Engagement, World Economic Forum
Una noche en la cocina de su casa, en una zona rural de Carolina del Sur (EE.UU.), Hunter Bliss le dijo a su madre que estaba pensando en postular a una universidad en Alemania.
Amy Hall se río, pensando que se trataba de una broma. Y le dijo que si conseguía ser admitido, podía contar con su permiso.
"Cuando lo aceptaron me puse a llorar", cuenta Amy, quien es madre soltera.
"Estaba feliz por él, pero también tenía miedo de dejarlo ir tan lejos de casa", recuerda.
Esta es la época del año en que muchos padres en EE.UU. ven como sus hijos abandonan el nido para iniciar estudios universitarios, pero aquellos que tienen su destino a más de 7.700 kilómetros y en un continente que nunca han visitado no son tantos.
Aunque su número está aumentando.
La razón: la posibilidad de una educación de calidad y además gratis.
Una combinación que hace que cada vez más jóvenes estadounidenses –y de muchos otros países– intenten proseguir sus estudios en Alemania.
Por ejemplo, hay más de 4.600 estudiantes estadounidenses matriculados en universidades alemanas, lo que refleja un aumento del 20% en los últimos tres años.
Mientras Alemania abolió el cobro de matrícula tanto para estudiantes nacionales como extranjeros, en ese mismo período el total de la deuda estudiantil en EE.UU. ascendió a US$1,3 billones.
Hunter estudia física en la Universidad Técnica de Múnich (TUM) –una de las más prestigiosas de Europa– y cada semestre paga una colegiatura equivalente a US$120.
La misma incluye un boleto para el uso del transporte público que le permite moverse libremente por toda la capital de Baviera.
El seguro de salud para estudiantes en Alemania, por su parte, cuesta unos US$87 al mes, mucho menos que lo que su madre habría tenido que pagar en EE.UU. para agregarlo a su propio plan.
Y para cubrir colegiatura, seguro médico, alojamiento y otros gastos, Amy le envía Hunter entre US$6.000 y US$7.000 al año, algo que en EE.UU. no habría bastado para cubrir los costos de matrícula de la universidad más cercana: la Universidad de Carolina del Sur.
Incluso con becas, la colegiatura ahí no habría bajado de US$10.000 al año. Y el pago de alojamiento, libros y otros gastos necesarios habrían hecho que la cifra final fuera todavía más alta.
Así que Hunter solo necesitó de un poco de matemáticas para convencer a su madre de que lo dejara ir a Alemania.
"Vas a tener que pagar para que vaya a la universidad, mamá. ¿Quieres pagar todo eso o solo esto?", le dijo, haciendo notar que se ahorraría unos US$60.000por un programa académico de cuatro años.
Una diferencia notable
Katherine Burlingame también está aprovechando las ventajas financieras de estudiar en Alemania.
Esta graduada de la Universidad Estatal de Pennsylvania está estudiando una maestría en Cottbus, en el este del país, por menos de US$570 al mes, incluyendo alojamiento, transporte y seguro médico.
Y además recibe una beca mensual del Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD) de US$815, con lo que más que cubre sus gastos.
"Cuando me di cuenta que, al igual que los alemanes, yo también podía estudiar gratis, me pareció alucinante", dice Katherine.
"El proceso de admisión es bastante sencillo y no cobraban colegiatura. Fue descubrirlo y pensar: 'increíble'".
En comparación, durante el año académico 2014-2015 las universidades privadasen EE.UU. les cobraron en promedio a los estudiantes más de US$31.000 en matrícula y colegiaturas, con muchas cobrando más de US$50.000.
Las universidades públicas, por su parte, le piden US$9.000 a los residentes en sus estados, mientras que los que llegan de afuera tienen que desembolsar US$23.000, según el College Board, una organización sin fines de lucro.
Mientras, lo único que un estudiante universitario tiene que pagar en Alemania es una cuota semestral, que rara vez pasa de los US$170, para financiar a la asociación estudiantil y otras actividades y a menudo incluye un boleto para el transporte público.
Y el idioma no tiene por qué ser un problema.
Katherine, por ejemplo, no necesita hablar alemán para cursar su programa de maestría, en donde comparte clases con alumnos de unas 50 nacionalidades: este se imparte enteramente en inglés.
Y en el país de Schiller y Goethe actualmente hay más de 1.150 programas académicos impartidos exclusivamente en inglés como resultado del Acuerdo de Bolonia de 1999, que estimuló el libre movimiento de estudiantes de la U.E. y encontró en el inglés una lengua franca.
Aunque, según estudiantes y expertos, para sacar lo máximo de la experiencia el conocimiento del idioma alemán es indispensable.
Y, en algunos casos, un certificado de dominio del idioma es obligatorio para postular a ciertos cursos o becas.
Lo que gana Alemania
Ahora, con un costo promedio para el país de US$14.600 al año por estudiante, la pregunta es: ¿qué gana Alemania?
Solo en Berlín, por ejemplo, hay 25.000 estudiantes extranjeros, lo que implica una factura anual de US$364,3 millones que es pagada, en última instancia, por los contribuyentes alemanes.
"Pero para nosotros no deja de ser atractivo cuando gente de otros países traen conocimiento y experiencias que terminan creando trabajo, como cuando esos estudiantes tienen una idea de negocio y se quedan en Berlín para realizarla", dice el secretario para temas de ciencia de Berlín, Steffen Krach.
Y según Sebastian Fohrbeck, del DAAD, el 50% de los estudiantes extranjeros se queda viviendo en Alemania.
"Incluso sin cobrar matrícula, basta que un 40% se quede por cinco años y pagueimpuestos para que recuperemos los costos, o sea que el sistema funciona bien", explica Fohrbeck, para quien la migración de gente calificada también es una buena solución para un país con una población con cada vez más pensionados y cada vez menos jóvenes ingresando al mundo del trabajo.
"Retener a los estudiantes extranjeros que han estudiado acá es la forma ideal de migración: tienen los certificados necesarios, no tienen problemas de idioma y conocen la cultura", agrega.
Pero, ¿puede durar?
Según Krach, los estudiantes alemanes no tienen por qué preocuparse, pues ciudades como Berlín han aumentado de forma espectacular su capacidad en los últimos años y en sus universidades haysuficientes plazas para todos.
Aunque en la Universidad Técnica de Múnich, el Dr. Wolfgang Herrmann dice que puede imaginar un futuro en el que los estudiantes extranjeros tengan que pagar para garantizar que las universidades alemanas puedan competir globalmente.
Todos ganan
Tanto estudiantes como educadores, sin embargo, advierten que incluso colegiaturas reducidas –Hermann estima el monto apropiado entre US$5.400 y US$11.000– podrían detener la llegada de estudiantes talentosos de algunas zonas del mundo.
Y en la capital, Berlín, el gobierno local asegura que por el momento no planea empezar a cobrar matrículas.
"No vamos a empezar a cobrarle colegiatura a los estudiantes extranjeros", asegura Krach, el secretario para asuntos de ciencia.
"No queremos que la posibilidad de entrar a la universidad dependa del estatus social y no queremos que el intercambio entre países dependa únicamente de temas financieros", promete.
Y, de regreso en EE.UU., la madre de Hunter, Amy, no deja de preguntarse por qué su propio país no pudo ofrecerle a su hijo una educación de calidad a un precio que ella pudiera permitirse.
"Siento que mi hijo está teniendo allá una educación maravillosa, de forma completamente gratis. Traición tal vez sea una palabra muy fuerte, pero ¿por qué no podemos hacerlo aquí?", se pregunta.
Y Sebastian Fohrbeck, del DAAD, cree que tanto EE.UU. como otros países podrían aprender algo de la experiencia alemana.
"Nadie en EE.UU. se pregunta por qué la escuela secundaria es gratuita", dice.
"Y nuestro éxito económico prueba que no estamos completamente equivocados (al también asegurar la gratuidad de la educación universitaria). Si uno educa bien a su fuerza de trabajo, eso beneficia a todo el país", concluye.
Oil prices went from over $110 per barrel in mid-2014 to below
$50/b at the beginning of this year. Collapsing prices have hurt oil
exporting countries while giving an economic boost to the consumers of
energy. These direct consequences
have been felt for a while. And now that oil prices have recovered a
bit, the worst (and best) of the economic impact might be over. It is
time to think about the more fundamental forces that will be shaping
global oil markets going forward. Whither OPEC?
Traditionally, when oil prices dropped too fast or too far, OPEC –
the oil cartel that has been active since the 1960s – would step in and
cut production. Reduced supply would, in due course, stabilise markets
and make production for everyone more profitable.
At the last OPEC meeting in November 2014, when prices had already
dropped by over a third from previous peaks, OPEC decided to keep
pumping. While some of the smaller producers appeared anxious to cut
output, Saudi Arabia – traditionally the oil world’s swing producer –
sat back and watched prices fall further. A few weeks after the meeting,
Saudi Oil Minister Ali al-Naimi famously declared that it was
“irrelevant” whether the price went down to “$20, $40, $50, $60” per
barrel.
All manner of speculation has ensued. Some argue that Riyadh wants to use low oil prices to hurt its rivals,
notably Iran and Russia and thus gain regional predominance. Others
think that Saudi Arabia is seeking to push prices lower to put the more
expensive US fracking industry out of business.
But America’s unconventional oil industry – in large parts composed
of nifty, tech-savvy upstarts – reacted swiftly to cut costs and make
itself more efficient.
With prices stabilising, they could ramp up production again soon.
Against this background, it might seem to Saudi Arabia that for each
barrel it takes out of the market, another producer steps in to make a
buck. Production cuts would thus mean both less revenue and a shrinking
market share.
Saudi Arabia can afford lower prices, first because it pumps oil
extremely cheaply and second because it still sits on $700 billion of
cash reserves. But many other OPEC producers are not so lucky. Some are signalling that they want to get serious about production cuts. Saudi Arabia, on the other hand, has actually been increasing production of late.
Does that mean that OPEC is splitting? The oil minister of
hydrocarbon-rich Oman (itself not an OPEC member), Mohammed bin Hamad Al
Rumhy, predicts that the cartel’s days are numbered. “Saudi Arabia
produces one third of OPEC’s oil”, he argues. “That means that
two-thirds of OPEC’s oil are produced by the other members.” And these
other members, he argues, will now be sorely tempted to go it alone.
However, the other 11 OPEC countries are not a monolithic bloc. Some
have as much breathing space as the Saudis while others have their backs
against the wall. Whether this group could muster the discipline to
enforce a production-cut agreement without its dominant member on board
remains an open question. The new swing producer?
Now that the Saudis appear to have adopted a more hands-off approach,
will someone else take over the role of balancing the global oil
market? Most eyes are on the US, where oil output has increased by over
60% since 2009. In volume terms, this recent increase in US oil
production is bigger than the entire output of 11 of the 12 OPEC countries. With that, the US could become the new swing producer.
However, while in Saudi Arabia the production level is determined by
the government, in the US it is the outcome of decisions made by
thousands of energy companies. “In the past, if you wanted production up
or down, you knew who to call in Saudi Arabia”, says Amos Hochstein, US
special envoy for international energy matters. “In the US you would
need about 4,000 phone numbers of different oil producers. And I am not
sure these calls would be very productive.” In other words, in the US it
is market dynamics, rather than political strategy, that determines the
number of barrels pumped.
Does this mean the global oil market will be less politicized going
forward? This seems somewhat unlikely. Oil has always been the most
politicised of commodities, not least because most of it is found under
the soil of less-than-fully-democratic countries that relish using their
energy wealth for political ends. The US is different – or is it?
Already, some analysts are musing whether the US might use its oil and gas to achieve international objectives.
The government could, for example, be tempted to use the strategic
petroleum reserve, which was originally set up after the oil price
shocks of the 1970s, to influence global market dynamics.
Recent swings in the oil market have also fuelled a debate about
whether the US government should lift the strict limits it imposes on
the sale of oil and gas abroad. A stranded asset?
In a sector as long-term and strategic as oil, the important question
is not what will happen over the next year or two but what will happen
over the next 20, 40 or 60 years. The IEA expects
that oil will output will continue growing in coming decades and that
oil will still account for a quarter of global energy consumption by
2040.
That presupposes that already falling oil demand in rich countries is
more than compensated by fast-growing demand in emerging markets. In
China, the growth in oil demand is already slowing, as industry becomes
more efficient and the government is putting restrictions on driving and
other sources of noxious air pollution. India and other fast-growing
nations are expected to take up some of the slack. On the other hand, as
late-comers to industrialisation, they may have the opportunity to
develop their economies with technologies that are less dependent on
fossil fuels.
A few years back, many people were subscribing to the “peak oil”
theory, according to which the world would soon run out of fuel. Today,
it is more fashionable to talk about peak demand, the idea that the decoupling of growth from energy consumption means that oil demand could start falling as early as 2020.
Climate change adds further uncertainty over the long-term outlook
for oil demand. Scientists and climate campaigners say that we must
leave most fossil fuels in the ground to prevent global warming
exceeding the 2 degrees that governments and experts consider bearable
for the planet. If that warning was taken seriously, a lot of the
world’s oil reserves would end up as stranded assets
in the ground. For oil producers, it would then make sense to sell as
many of their reserves now, even at low prices, since in a few decades there might not be a market for oil any more.
Many experts dispute that. But what most agree on is that the
dynamics of global oil markets are changing in a fundamental way, and
that we are only beginning to understand the ramifications. Prepare for a
bumpy ride. The World Economic Forum on the Middle East and North Africa 2015 takes place at the Dead Sea, Jordan, from 21-23 May. Author: Katinka Barysch is Director of Political Relations at Allianz SE. This article is based on a discussion at the FAZ-Munich Security Conference Energy Security Summit in Berlin, May 6-7, 2015. Image: A pump jack and pipes are seen on an oil field near
Bakersfield on a foggy day, California January 18, 2015. REUTERS/Lucy
Nicholson. Infographics by Reuters Graphics
Posted by Katinka Barysch -
All opinions expressed are those of the author. The World Economic
Forum Blog is an independent and neutral platform dedicated to
generating debate around the key topics that shape global, regional and
industry agendas.
Un
accidente de tráfico acabó el sábado con la vida de John Nash, el
matemático y Premio Nobel de Economía 1994 que para muchos será
recordado por haber inspirado la película "Una mente brillante".
Sin
embargo, Nash pasará a la historia por su aporte fundalmental en la
Teoría de los Juegos, en concreto, por ser el creador del "Equilibrio de
Nash" o "equilibrio medio".
Se trata de un "concepto de solución"
en el que todos los jugadores ejecutaron sabiéndolo la estrategia que
maximiza sus ganancias dadas las estrategias de los otros actores de
forma que carecen de incentivos para hacer un cambio individual de
estrategia.
Nash revolucionó así la toma de decisiones en Economía
y sobre todo la Teoría de los Juegos: el área de la matemática que a
partir del uso de modelos estudia las tomas de decisiones y las
interacciones en lo que se conoce como estructuras formalizadas de
incentivos, lo juegos.
Es decir, la lógica que usamos siempre que
interactuamos con otro ser humano cuando, por ejemplo, tratamos de
quedarnos con el último pedazo de torta en la cafetería o le hacemos un
favor a un colega que esperamos retorne en el futuro.
Esos
"juegos" son vitales hasta para los animales, señala Antonio Cabrales,
profesor de Economía del University College London, Reino Unido.
"Yo
actúo de una manera, tú actúas de otra", explica Cabrales. "Algo
sucede. Ese algo que sucede va a depender de lo que ambos hagamos".
Lea también: Muere John Nash, el matemático de la "mente brillante"
Un clásico
El
juego es un tipo de modelo matemático para entender la toma de decisión
y la interacción entre quienes toman las decisiones. Y el mejor
conocido se llama "El dilema del prisionero".
Dos personas son arrestadas, encarceladas y se les fija la fecha del juicio.
El fiscal del caso habla con cada prisionero por separado y les presenta una oferta:
Si
confiesa contra el socio, todos los cargos en su contra serán retirados
y la confesión será usada como evidencia para condenar al otro. La
sentencia que recibirá será de 20 años.
Si no confiesa y su socio lo hace, será condenado a 20 años y su socio quedará libre.
Si ambos confiesan, serán condenados a 5 años de prisión.
Si ninguno confiesa, serán condenados a 1 años de prisión.
En
"El dilema del prisionero", el destino de cada uno depende de las
acciones del otro. Individualmente, confesar sería la mejor opción, pero
si ambos lo hacen el castigo es peor que si ambos callan.
"Cuando uno escoge algo, eso
tiene un impacto en otras personas", señala Paul Schweinzer, catedrático
en el departamento de Economía de la Universidad de York, Inglaterra.
"La Teoría de los Juegos es tener en cuenta el impacto de mis decisiones en los otros cuando las voy a tomar".
El
"juego" es la interacción entre dos o más partes y depende de que la
gente actúe racionalmente, consciente de los límites del "juego" y de
que la otra parte también conoce las reglas.
Estas interacciones
estratégicas forman el punto crucial de la Teoría de los Juegos. "A
veces la usamos conscientemente y otras intuitivamente", anota Cabrales.
Incluso
si la gente -y algunos animales- no razonan conscientemente sobre las
estrategias que van a usar, otras fuerzas, como la evolución o la
experiencia de errores pasados, a menudo la hace comportarse de la misma
manera que si fueran jugadores fríamente racionales.
En muchos escenarios
Hoy en día, la Teoría de los Juegos es usada por muchas personas distintas en un amplio espectro de intereses.
"La
principal razón de su éxito fue la variedad de escenarios en los que la
gente empezó a darse cuenta que tenían que pensar formal y
sistemáticamente sobre las interacciones estratégicas", explica Rakesh
Vohra, profesor de Economía en la Universidad de Pensilvania y alto
miembro de la Sociedad de la Teoría de los Juegos.
En 2001, la
teoría entró en la cultura popular gracias a la laureada película "A
Beautiful Mind" ("Una mente brillante" o "Una mente maravillosa"), en la
cual el actor australiano Russell Crowe interpretaba a John Nash.
Nash
fue ampliamente considerado como uno de los expertos en la Teoría de
los Juegos y uno de los grandes matemáticos del siglo XX.
Aplicaciones
"La Teoría de los Juegos revolucionó el estudio de la economía".
Pero no sólo eso.
Desde
licitaciones para proyectos de infraestructura, campeonatos de fútbol,
hasta aplicaciones de citas románticas por internet dependen de ella.
Las
firmas que venden bienes a los consumidores usan la Teoría de los
Juegos para predecir cómo reaccionará la competencia –y los clientes-
ante una guerra de precios.
Uno de los primeros usos codificados
de esta teoría fue en la guerra. Los ejércitos estadounidense y
británico utilizaron las primeras computadoras para probar modelos que
utilizaban Teoría de los Juegos para ayudar a los comandantes a decidir
si debían atacar al enemigo, dónde y cuándo.
Sin botón
Desde entonces, el concepto ha
evolucionado. Vohra explica que "cuando la Teoría de los Juegos nació,
había un grupo de personas que pensaba que si hacíamos un modelo lo
suficientemente grande y complejo y apretábamos un botón, sabríamos qué
hacer".
Eso resultó demasiado ambicioso, así que cambió. "Lo que
tratamos de hacer es informar: no podemos decirte qué hacer, excepto en
unas circunstancias limitadas, pero sí podemos decirte cuáles son las
cosas importantes sobre las que debes decidir".
"En un mundo complejo, en el que hay muchas cosas a las cuales prestarles atención, es enormemente útil enfocar la atención".
El concepto no sólo se basa en conflicto y combate, también puede ayudar a cooperar.
"Hay
juegos como el ajedrez, en el que si alguien gana el otro
inmediatamente pierde. Pero hay juegos de producción conjunta: si tú y
yo escribimos algo juntos, ambos podemos ganar. No hay ganador o
perdedor, pero el acto de jugar juntos genera algo de lo que ambos nos
podemos beneficiar", explica Schweinzer.
¿Se puede aplicar a la negociación de la deuda griega?
Las negociaciones que se están
llevando a cabo entre Grecia y sus acreedores son un lugar ideal para
desplegar la Teoría de los Juegos, no sólo porque el ministro de
Finanzas de Grecia, Yanis Varoufakis, es un teórico en este campo.
"Algunos
comentaristas se apresuraron a presumir que como nuevo ministro de
Finanzas de Grecia yo estaba ocupado inventando pantomimas, estratagemas
y opiniones extrañas, luchando por mejorar una posición débil",
escribió Varoufakis en el New York Times esta semana.
"Si algo, mi
formación en Teoría de los Juegos me convenció que sería una bobada
pensar que las actuales deliberaciones entre Grecia y nuestros socios
son un juego de negociación que se ganará o perderá por medio de
pantomima o subterfugio táctico".
"Si uno piensa en la
renegociación de los préstamos a Grecia, es un buen ejemplo en el que
hay tensión entre competencia y cooperación", dice Vohra.
Pero no todo el mundo está de acuerdo.
Sean
Hargreaves Heap, profesor de Economía Política en King’s College
London, quien coescribió una introducción crítica a la Teoría de los
Juegos en 1990, cree que esta teoría es inútil en este caso.
"Si
uno piensa en las negociaciones, se trata de quién va a parpadear
primero: el gobierno griego o los alemanes. Eso es útil, pero la Teoría
de los Juegos sólo te dice que hay tres cosas diferentes que se pueden
esperar:
Que los alemanes parpadeen
Que los griegos parpadeen
Que ambas partes tiren la moneda a ver si parpadean o no.
La Teoría de los Juegos es una manera útil de caracterizar un problema, pero en términos de decirnos qué va a pasar, es inútil".
Hargreaves
Heap escribió su libro sobre la Teoría de los Juegos con un joven
académico nacido en Atenas y educado en Essex y Birmingham, Inglaterra.
¿El nombre del coautor? Yanis Varoufakis.
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Thomas Schelling
Uno de los primeros en aplicar la
Teoría de los Juegos en relaciones internacionales en su libro "La
estrategia de conflicto" que analizaba la carrera de armas nucleares
Argumentó que la capacidad de tomar
represalias era más útil que la habilidad de resistir un ataque y que la
amenaza de una represalia incierta eran más eficaz que una amenaza
precisa.
Tanto EE.UU. como la antigua Unión
Soviética adoptaron esa estrategia –conocida como destrucción mutua
asegurada- durante la Guerra Fría.
*Este artículo fue publicado inicialmente en febrero de 2015,
y actualizado tras la muerte del matemático y premio Nobel John Nash en
mayo de 2015