link: http://www.cnnexpansion.com/especiales/2012/10/08/memorias-de-un-empresario
La carta póstuma de Roberto González
El empresario compartió su visión de negocios a la revista Expansión una semana antes de fallecer; quien fuera presidente de Gruma y Banorte narra su trayectoria desde sus inicios como bolero.
Publicado: Miércoles, 17 de octubre de 2012 a las 06:00
“Otra cosa que aprendí en mi vida es que la calidad humana y profesional del equipo con el que trabajas es un factor determinante para alcanzar el éxito”, escribió Roberto González Barrera. (Foto: Especial)
ARTÍCULOS RELACIONADOS
ENFOQUE
¿Quiénes son 'Los 100 empresarios' 2012? Los más recientes logros y retos de los ejecutivos que integran el ranking de la revista Expansión. |
ENFOQUE
González Barrera, banquero a la mexicana El CEO de Gruma revela de viva voz su plan para Banorte-Ixe y qué rol jugará Guillermo Ortiz en él. |
ENFOQUE
Roberto González Barrera (1930-2012) Los retos del nuevo Congreso y un gen te hace adicto a Internet, entre lo destacado de la semana. |
OTROS ENLACES
NOTA DEL EDITOR: El fallecido presidente de Gruma yBanorte escribió el siguiente texto para la revista Expansión entre el 15 y el 18 de agosto de 2012, una semana antes de su muerte. Fue publicado en la edición 1100 del 1 de octubre como parte del ranking 'Los 100 empresarios más importantes de México'.
Mi primera incursión en los negocios fue cuando tenía entre cinco y seis años. Era tan pobre que a mí la pobreza me hablaba de usted. Después de ir a la escuela, hacía mandados. Nací trabajando.
Primero me hice de un cajón para bolear y, al mismo tiempo, seguía haciendo encargos. Luego, pude hacerme de otros cajones que rentaba a mis primos.
Luego vendí verduras, hasta que un día mi abuelo me llamó para preguntarme: "¿qué te deja más?" A lo que respondí que las verduras. Entonces me dijo: "dedícate a eso y no pierdas el tiempo en otras cosas". La pobreza fue mi mejor maestra.
En mis 70 años como empresario, me ha tocado enfrentar una buena cantidad de dificultades, crisis y cambios en el país y en el mundo. Y de ellos aprendí una lección: detrás de cada crisis siempre hay una oportunidad, lo importante es saber encontrarla.
Los primeros 20 años de Gruma fueron de consolidación en México. Fue muy difícil, tuvimos que vender todos los negocios familiares y hasta empeñar los juguetes de mis hijos. A veces estábamos arriba, a veces abajo, pero nunca perdí la fe.
A partir de los años 70, iniciamos la expansión internacional de la empresa. Primero en Costa Rica, lo que sirvió de impulso para, poco a poco, instalarnos en otros países como Honduras, Estados Unidos, El Salvador o Venezuela.
Así fuimos evolucionando y conquistando mercados. A finales de los 90, llegamos a Inglaterra y en la actualidad vendemos productos en prácticamente todo el mundo.
No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo. Una crisis es la mejor bendición que puede pasarle a las personas y a los países, porque las crisis traen progreso. Hay que analizar las oportunidades con serenidad y cuidado.
Otra cosa que aprendí en mi vida es que la calidad humana y profesional del equipo con el que trabajas es un factor determinante para alcanzar el éxito. Sin equipo, no hace uno nada. Con un buen equipo, uno puede crecer incluso a nivel internacional.
Esto da una gran base para trabajar en países con diferentes sistemas políticos y enfoques de desarrollo económico y social. Esto lo hemos asimilado cabalmente en Gruma. Incluso dentro de situaciones o modelos económicos difíciles. Por ejemplo, la decisión de operar en Asia, primero en China. Nos dedicamos a aprender y adaptarnos a su cultura, sus instituciones y su mercado. A respetar a sus pueblos y gobiernos pero, sobre todo, a entender sus gustos y necesidades como consumidores.
El que quiera hacer negocios fuera de México, tiene que invertir tiempo y recursos en profundizar el análisis del sector, conocer la idiosincrasia del pueblo y, en especial, cumplir con las leyes de cada nación.
El desarrollo tecnológico e investigación han sido elementos importantes desde la fundación de Gruma, la tecnología propia nos ha permitido generar un cambio en la cultura y percepción del maíz a nivel global. Ha sido clave para alcanzar el éxito a nivel mundial. Para mí, es una gran satisfacción que el maíz y la tortilla no sólo se conozcan sino que se disfruten en rincones del mundo jamás imaginados.
A los empresarios nos corresponde tomar la iniciativa y aventurarnos. Como en toda empresa se corren riesgos, pero si establecemos cimientos sólidos, las recompensas pueden ser muy atractivas. Por ejemplo, ahí está Carlos Slim Helú, un gran empresario mexicano al que admiro y que también ha logrado cosas importantes fuera de nuestro querido México.
Como empresario, lo que siempre he buscado ha sido poner "mi granito de harina" para crear industria, generar empleo y con ello apoyar al desarrollo de mi natal Nuevo León y mi querido México.
Nunca dejaré de trabajar, mientras tenga fuerza seguiré trabajando.
Mi primera incursión en los negocios fue cuando tenía entre cinco y seis años. Era tan pobre que a mí la pobreza me hablaba de usted. Después de ir a la escuela, hacía mandados. Nací trabajando.
Primero me hice de un cajón para bolear y, al mismo tiempo, seguía haciendo encargos. Luego, pude hacerme de otros cajones que rentaba a mis primos.
Luego vendí verduras, hasta que un día mi abuelo me llamó para preguntarme: "¿qué te deja más?" A lo que respondí que las verduras. Entonces me dijo: "dedícate a eso y no pierdas el tiempo en otras cosas". La pobreza fue mi mejor maestra.
En mis 70 años como empresario, me ha tocado enfrentar una buena cantidad de dificultades, crisis y cambios en el país y en el mundo. Y de ellos aprendí una lección: detrás de cada crisis siempre hay una oportunidad, lo importante es saber encontrarla.
Los primeros 20 años de Gruma fueron de consolidación en México. Fue muy difícil, tuvimos que vender todos los negocios familiares y hasta empeñar los juguetes de mis hijos. A veces estábamos arriba, a veces abajo, pero nunca perdí la fe.
A partir de los años 70, iniciamos la expansión internacional de la empresa. Primero en Costa Rica, lo que sirvió de impulso para, poco a poco, instalarnos en otros países como Honduras, Estados Unidos, El Salvador o Venezuela.
Así fuimos evolucionando y conquistando mercados. A finales de los 90, llegamos a Inglaterra y en la actualidad vendemos productos en prácticamente todo el mundo.
No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo. Una crisis es la mejor bendición que puede pasarle a las personas y a los países, porque las crisis traen progreso. Hay que analizar las oportunidades con serenidad y cuidado.
Otra cosa que aprendí en mi vida es que la calidad humana y profesional del equipo con el que trabajas es un factor determinante para alcanzar el éxito. Sin equipo, no hace uno nada. Con un buen equipo, uno puede crecer incluso a nivel internacional.
Esto da una gran base para trabajar en países con diferentes sistemas políticos y enfoques de desarrollo económico y social. Esto lo hemos asimilado cabalmente en Gruma. Incluso dentro de situaciones o modelos económicos difíciles. Por ejemplo, la decisión de operar en Asia, primero en China. Nos dedicamos a aprender y adaptarnos a su cultura, sus instituciones y su mercado. A respetar a sus pueblos y gobiernos pero, sobre todo, a entender sus gustos y necesidades como consumidores.
El que quiera hacer negocios fuera de México, tiene que invertir tiempo y recursos en profundizar el análisis del sector, conocer la idiosincrasia del pueblo y, en especial, cumplir con las leyes de cada nación.
El desarrollo tecnológico e investigación han sido elementos importantes desde la fundación de Gruma, la tecnología propia nos ha permitido generar un cambio en la cultura y percepción del maíz a nivel global. Ha sido clave para alcanzar el éxito a nivel mundial. Para mí, es una gran satisfacción que el maíz y la tortilla no sólo se conozcan sino que se disfruten en rincones del mundo jamás imaginados.
A los empresarios nos corresponde tomar la iniciativa y aventurarnos. Como en toda empresa se corren riesgos, pero si establecemos cimientos sólidos, las recompensas pueden ser muy atractivas. Por ejemplo, ahí está Carlos Slim Helú, un gran empresario mexicano al que admiro y que también ha logrado cosas importantes fuera de nuestro querido México.
Como empresario, lo que siempre he buscado ha sido poner "mi granito de harina" para crear industria, generar empleo y con ello apoyar al desarrollo de mi natal Nuevo León y mi querido México.
Nunca dejaré de trabajar, mientras tenga fuerza seguiré trabajando.